Es innovador e interesante ingresar en el mundo de la sustentabilidad, donde habitan los que toleran que el nivel de consumo actual de los habitantes de la Tierra equivale a los recursos de un planeta y medio. Según la Red Global de la Huella Ecológica (GFN, en inglés), que se estén gastando los recursos naturales más rápido de lo que pueden ser repuestos es como tener gastos que exceden los ingresos, y esta tendencia, convertida en hábito, genera consecuencias que en el medio ambiente ya se evidencian en fenómenos como el cambio climático.
En el ámbito de la logística existen iniciativas aisladas para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), como la generación de aluminios más livianos para aumentar la capacidad de carga del camión y disminuir la cantidad de viajes, pero el sector arrastra una deuda con el ecosistema. Comienzan de manera incipiente a ser noticias las empresas que invierten en construcciones sustentables, y aunque no deja de ser meritorio, responden principalmente a compromisos con clientes del exterior.
Una herramienta muy utilizada para el desarrollo de edificios sostenibles es la certificación LEED, (acrónimo de Leadership in Energy & Enviromental Design), creada por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos a mediados de la década de los 90. «La mitigación del impacto medioambiental, el reciclado, la construcción de depósitos sustentables y otras iniciativas ecológicas ganaron espacio dentro de la ola verde que hoy es tendencia en nuestro mercado», explica Roberto Mollo, director comercial regional de la constructora Hormetal.
Casos
«En Plaza Logística veníamos trabajando con estándares del Banco Mundial, que ya contemplan de por sí muchas de las condiciones que establece LEED. La idea de la certificación viene como una manera de revalidar y poder mostrar cómo trabajamos», cuenta Eduardo Bastitta, titular de la empresa.
En tanto, Mariela Hernández, gerente de Calidad de TASA Logística, señala que se definió el diseño y la construcción del Centro de Distribución Monumental (CDM), que cuenta con 40.000 metros cuadrados cubiertos, bajo estándares LEED, en el marco de un programa de desarrollo sustentable y en alianza estratégica con uno de sus principales clientes.
«La certificación LEED proporciona una revisión y validación externa del rendimiento de un edificio e implica un símbolo reconocido que demuestra que un edificio es ambientalmente responsable, redituable, y un espacio sano para vivir y trabajar. Se basa en la incorporación en el proyecto de aspectos relacionados con eficiencia energética, la selección responsable de materiales, el uso de energías alternativas, la eficiencia de consumo de agua, el desarrollo sostenible de espacios verdes y la mejora de la calidad de vida, entre otros», añade Hernández.
Por su parte, Mollo destaca que «la certificación observa el comportamiento medioambiental que tendrá un edificio a lo largo de su ciclo de vida, sometido a los estándares ambientales a nivel mundial» y asegura que desde el punto de vista del mercado de la construcción, «son cada vez más las empresas interesadas en desarrollar construcciones sustentables, sobre todo las multinacionales que apuntan a políticas ecológicas globales e integradas». Por eso sostiene que quienes ofrezcan construcciones ecológicas como parte de sus propuestas de servicios «estarán sin dudas un paso adelante».
En la misma línea, Fernando Balzarini, director de la consultora Miebach y ex presidente de la Asociación Argentina de Logística (Arlog), opina que «hay un nicho inmobiliario de clientes internacionales que están obligados a trabajar en edificios LEED». Y, pensando en la tendencia, cuenta: «En los últimos tres años vimos que los clientes quieren estar preparados porque lo ven venir y nosotros también, por eso estamos siguiendo los pasos para ser certificadores», indica.
Origen
Las normas LEED comenzaron a utilizarse en Europa y Estados Unidos en 2008. Según Balzarini, la escasez de edificios sustentables en la Argentina se debe a que representa un 20% de sobrecosto, y en una inversión de millones de dólares «es un número significativo».
«En Europa y Estados Unidos se calcula que en 5 años, que es muy poco para la vida útil de un edificio, se repaga la inversión. ¿De qué manera? A todas las empresas que certifiquen en el nivel Platino, el Gobierno le va dando bonos sobre el ahorro de energía o agua más allá de lo que se ahorra por el uso eficiente de estos recursos», explica y agrega que se calcula un ahorro de 40% en agua y 18% de energía eléctrica aproximadamente.
A su vez, Mollo valora «la reducción de costos operativos y de consumo de energía que se producirán durante toda la vida útil del edificio» y remarca además «las consecuentes ventajas para el medio ambiente con la reducción de la huella de carbono, el aprovechamiento del agua de lluvia y de la radiación solar, tanto para calefacción y agua caliente, como producción de energía eléctrica».
Tarifas
Pero Balzarini pone el foco en las tarifas, que son «el gran problema de la Argentina», porque, según indica, «estamos muy poco desarrollados y no se repaga la inversión; si tomamos como ejemplo el efecto del tarifazo en el ámbito doméstico, lo que generó fue consumo responsable», indica, tras agregar que «el rol del Estado es clave para dar el ejemplo y exigirle a los privados».
Bastitta coincide al afirmar que el «gran costo» de lograr una certificación LEED de alta categoría es la sobreinversión en el ahorro de servicios como la energía y el agua que «en la Argentina estaban muy subsidiados». Esta situación hace «difícil» que se repaguen las inversiones adicionales que hacen falta para bajar el consumo de estos servicios.
«Si no se cambian las tarifas y no se premia la utilización responsable de la energía, no vamos a crecer hasta no estar obligados internacionalmente. Siempre hay emprendedores y visionarios que se preparan para lo que va a venir, pero hoy el que invierte en infraestructura logística quiere diferenciarse para que algún potencial cliente necesitado de LEED pueda contratarlo», comenta Balzarini y prevé que en el corto plazo «las corporaciones lo van a obligar, y tarde o temprano las tarifas se van a normalizar; además, ahorrar 15% de energía te repaga la inversión».
Asimismo, Armando Chamorro, titular de CIH soluciones ambientales, explica que «la tendencia o el interés en desarrollar predios con certificaciones LEED se incrementó producto de incrementos tarifarios y la llegada de importantes alternativas tanto financiaras como tecnológicas en materia de energías renovables».
Según Chamorro, «estamos un poco retrasados en la Argentina frente a Brasil, Chile y Colombia que son pioneros en materia de certificaciones LEED». Evidentemente, la incertidumbre tarifaria juega un rol protagónico a la hora de decidir este tipo de inversiones y esto explica por qué en la Argentina aún son pocos los edificios sustentables o en proceso de certificación.
Las empresas están dispuestas a un costo adicional, si eso se puede amortizar en un menor precio por los servicios. «Hay interés de los clientes por el tema energético y el aprovechamiento del agua, teniendo en cuenta que la energía en el mundo es cara y escasa», explica Mollo al tiempo que señala que «hay interés porque algunas empresas internacionales solicitan desde sus casas matrices que los edificios que ocupen o construyan en la Argentina sigan con la misma filosofía, sea o no obligatorio».
Mariela Hernández cuenta que «el CDM fue el primero en el país diseñado, construido y operado en forma sustentable. Desde entonces, se ha hecho foco en la optimización del uso de agua y energía, en la reducción de la polución, en el incremento de la eficiencia en la utilización de recursos y materiales y en la búsqueda de las mejores condiciones ambientales». Asimismo afirma que las ventajas comparativas relacionadas a la reducción de sus costos operacionales «demuestran un incremento en el valor de la propiedad y permiten optimizar el desempeño económico en cuanto al ciclo de vida del edificio».
«En el ámbito laboral -continúa- se evidencian mejores condiciones de trabajo que favorecen los niveles de productividad y de satisfacción de los colaboradores. También se fortalece la relación con nuestros clientes y proveedores con los que compartimos objetivos comunes». Y, entre los resultados obtenidos, subraya la reducción de 38% en el uso de agua potable y de 20% en el consumo de energía eléctrica mediante el uso de tecnologías de iluminación más eficientes.
Entre los principios básicos de las construcciones sustentables Balzarini destaca que «con sólo recolectar agua de lluvia y tener iluminación autónoma con paneles solares se puede certificar». Luego, para pasar de nivel, se incorpora el tipo de materiales para la construcción, la aislación, la iluminación y los cierres, hasta llegar al máximo escalón «donde los edificios, por ejemplo, son opacos para reducir la diferencia de temperatura entre el día y la noche, tienen ventanas automáticas que los van ventilando durante la noche para lograr la temperatura optima durante el día y toda la iluminación es de led con sensores de presencia».
Siguiendo con esta tendencia en el ámbito de la logística, «se está trabajando muchísimo con autoelevadores híbridos, con baterías de níquel ion (como los teléfonos inteligentes), que se cargan a la mitad del tiempo y no necesitan reposo, entonces, en lugar de tener 3 baterías para un equipo, se utilizan 2 y no se genera ni hidrógeno ni ácido», cuenta el director de Miebach y añade que «estos equipos modernos, tienen motores que utilizan la potencia de frenado para regenerar energía y vuelven a cargar la batería».
Fuente LA NACION
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